lunes, 19 de diciembre de 2016

34. El videoarte y el videoclip musical

Para algunos, «lo que han hecho los videoclips musicales ha sido popularizar y reciclar acomodados a una nueva función, ciertos estilos procedentes de las experiencias audiovisuales de las vanguardias históricas: se trata de un pasado saqueado en la era electrónica. El mismo reciclaje que varios hallazgos del dadaísmo y del surrealismo han sufrido en manos de los profesionales de la publicidad comercial» (11).
El videoclip ha venido a desarrollarse bajo el amparo del vídeo de uso comercial y el videoarte, pretendiendo mantener los mismos principios del cine musical: al llegar a una mayor cantidad de personas y salvar una industria que decaía, la del disco. Durante la década de los años sesenta y setenta, el expanded cinema, los happenings multimedia, los eventos de múltiples proyecciones, las nuevas tecnologías y los conceptos intermedia caracterizaron una era de innovación y apertura que fue empleado más tarde por el videoclip.
En este sentido, «si el video musical es un híbrido de la fotografía, el cine y la composición pictográfica, el videoclip es arte; es una forma artística que es plástica porque reproduce formas, es bella o liberal porque es una manifestación del ingenio y es industrial porque requiere de cámaras de cine o video y demás aparatos»
El vídeo arte supuso un punto de confluencia de artistas procedentes de la música, la pintura y el teatro. Evidentemente, este formato es parte de un territorio multidisciplinar, donde las distintas artes colaboran conjuntamente. El objetivo era unir imagen y sonido, pero el resultado podía estar totalmente abierto, siempre y cuando el sonido fuera el pilar esencial del proceso. Por ejemplo, en las primeras propuestas videoartísticas, se generan interesantes relaciones entre artistas y músicos, de hecho, uno de los pioneros del videoarte Nam June Paik procedía de la música electrónica.
El artista videográfico, como el artista del performance, no se limita a una única expresión estética, sino que aboga por conexiones interdisciplinares, de ahí que se busque el apoyo de músicos experimentales y profesionales. Estas conexiones se pueden observar en las propuestas videográficas producidas por el artista John Sanborn con los músicos Philippe Glass y David vonThiegham; Rynard con Peter Gmehling; Kit Fitzgerald con Peter Gordon; Charles Jevremovic y Lisa Monrose con el músico Throwing Muses; Paul Garrin con Elliot Sharp...
El videoclip se alimenta de la liberalización protagonizada por el videoarte como medio de subversión de códigos, planteando propuestas no limitadas a un único campo concreto. Igualmente, el cine experimental y de carácter vanguardista ha sido un auténtico acicate en este desarrollo del videoclip, rompiendo la habitual concepción de la narración y de representaciones cerradas. En definitiva, el videoclip se cobija en un paraguas, que aglutina distintas innovaciones y rupturas, protagonizadas por el cine vanguardista, las artes plásticas y especialmente el videoarte. En este sentido, según Josu Rekalde-Izagirre, «se pueden incluir en la esfera del video arte aquellas prácticas experimentales que independientemente de su función y exhibición, utilicen el video como material plástico. Creemos por ejemplo, que muchos video clips han conseguido resultados plásticos más interesantes que los desarrollados por algunos artistas más atados a su propia condición de artista, que a la de manipulador y creador plástico de una materia y material como es la imagen electrónica y el televisor» 

No hay comentarios:

Publicar un comentario