domingo, 18 de diciembre de 2016

Video arte y vanguardias artísticas.

Las afinidades con el cine futurista, surrealista y dada van más allá de los recursos técnicos y expresivos y de las ideas subyacentes a las imágenes. El video arte comparte con éstos la consideración de que no debe haber una separación entre arte vida, y la idea de un espíritu creador libre, sin ataduras a las reglas artísticas convencionales. Como mencionamos en nuestro desarrollo el Dadaísmo se presentaba como una forma de vivir y un rechazo absoluto de toda tradición o esquema anterior. Para los dadaístas el arte no debería ser una institución sino un acto creador libre, y postularon ante todo la libertad individual, la espontaneidad, lo fortuito y contradictorio, y al igual que el grupo Fluxus se presentaron como el anti arte y postularon al abolición de las fronteras entre el arte y la vida. 
La inclusión en sus films de imágenes absurdas, la provocación, la ruptura con la construcción narrativa clásica, la sucesión de imágenes sin aparente vinculación, dejando el argumento librado a la interpretación y la reconstrucción por parte del espectador, (Entre acto, Ballet Mecánico, etc.), la presencia de imágenes oníricas (Un perro andaluz, La edad de oro) son elementos que en la década del 60 fueron incorporados por los vídeo artistas en sus composiciones: la provocación y la ironía fueron una constante en las obras de Paik (Buddha Tv, Zen for film), la presencia de lo onírico en las obras de Viola (Threshold) así como la idea de generar un shock en el espectador preocupación constante en ambos artistas, así como en Vostell, por citar sólo algunos ejemplos. 
La existencia de manifiestos como en el caso de Fluxus, y las manifestaciones por escrito de las ideas de los artistas, ligan también al vídeo arte con las vanguardias cinematográficas artísticas y permiten ver las ideas que los unían: ruptura con los cánones establecidos, innovación, libertad de expresión, azahar en la realización, idea de un arte no comercial, no ligado a convenciones ni a ideas preestablecidas, fusión entre arte y vida, provocación, idea de un espectador activo, participativo, etc. 
Mientras que Buñuel rompió con las reglas formales y narrativas establecidas por el cine hollywoodense, provocando al público con sus imágenes violentas, absurdas, y muchas veces anti católicas, los vídeo artistas actuaron de forma similar en sus producciones negando también todo atisbo de narratividad en ellas, valiéndose del montaje rápido y al superposición y yuxtaposición de imágenes provenientes de diversos medios: avisos publicitarios, fragmentos de películas, fotos, textos, etc. y escandalizaron con sus entierros y destrucción de televisores como lo hicieron Paik y Vostell. 

En el caso de las vanguardias surrealistas y dadaístas y del vídeo arte la ruptura con los cánones artísticos establecidos fue casi total y la provocación una constante en sus obras, así como la idea de generar un choque en el espectador, obligándolo a abandonar su pasividad contemplativa. En cambio en el caso del impresionismo y el expresionismo la preocupación de los artitas se enfocó más en la innovación plástica y en la forma de contar las historias y en la elección de los temas que éstas contaban (historias sencillas, cercanas a la gente común en el primer caso, historias de personajes perturbados, retorcidos , o cercanas a la ciencia ficción en el segundo), en ambas corrientes el argumento de la historia puede verse claramente en los films , mientras que en los dada y surrealistas el argumento queda muchas veces librado a la interpretación de espectadores críticos y ensayistas, y es en este sentido que podemos establecer mayores similitudes con las obras de los video artistas, en las cuales la mayoría de las veces como vimos la ruptura con la narrativa tradicional es una constante, así como la ausencia de una historia e incluso en muchos casos de personajes.
 Los movimientos de vanguardia cinematográfica tuvieron una exigua duración en el tiempo, y sus autores en algunos casos terminaron haciendo un cine más ligado a lo comercial (Buñuel, Gance, Fritz Lang, etc. ) aunque siempre manteniendo una suerte de huella autoral en sus producciones. Muchos de los aportes de estos artistas se incorporaron con el tiempo a la narrativa clásica del cine comercial como el uso del flash back, las imágenes oníricas, los desenfocados, los diferentes tipos de montaje, etc. y fueron internalizadas por el espectador sin sobresaltos. 
Como hemos visto, en un principio las obras de los vídeo artistas no fueron reconocidas por el mercado del arte, pero hacia los años 70 comenzó un proceso de legitimación. Al igual que sucedió con otras tendencias del antiarte, las obras terminaron formando parte del circuito institucional y el vídeo arte fue reconocido como una entidad artística y hoy forma parte de las colecciones habituales de las galerías y museos, a través de variantes
que combinaban lo escultórico con el vídeo, y las vídeo instalaciones. En alguna medida al igual que pasó con el cine de vanguardia, muchas de las producciones terminaron siendo asimiladas por el mercado comercial del arte, gracias al reconocimiento de la crítica y de los museos, y así el planteo de crítica social que caracterizó en sus inicios al video arte en muchos casos se fue moderando y las obras terminaron adaptándose a los circuitos de
exhibición tradicionales.

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